Déjame ir

La mañana de aquel lunes me asignaron el segundo cubículo dónde clasificamos a los pacientes con enfermedad renal. Me presenté con cada uno de ellos y les dije que yo sería su enfermera. Para mí suerte la mayoría no tenían pendientes, solo la señora de la cama 616 tenía la necesidad de la instalación de un catéter y comenzar con su diálisis peritoneal. Empecé haciendo sus hojas de diario, les tomé sus signos vitales, les proporcioné su dieta y les administré sus medicamentos conforme a la hora que tenían indicada.…

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