Soledad
Tarde a tarde me acompañas con tu ropaje parduzco, inquieta cicatriz asfixiante, presagio desterrado, huésped náufrago que reptas sepulcralmente y te demoras en mis anhelos sin rostro, que aniquilas en salmuera. Y presurosa me convidas a sorbos ese sabor a cobre, en el café que me sirves con tus manos temblorosas, y lo bebo con esa mitigante lentitud convicta. Tejemos juntos en vigilia, los bordes de una silueta nos embriagamos ajenos uno del otro, y te disgregas a hurtadillas cuando me sumerjo en esa amnesia temporal que me corrompe, para…
Leer más...