La escena
La realidad es que observaba con descaro a la gente que pasaba frente a mí, y vaya que era mucha, tal vez entre quince y veinte personas por minuto, todas entrando y saliendo del principal centro comercial de la ciudad en un día previo a un diez de mayo, era una locura y la vivía como espectador, esperando la entrega de un servicio previamente solicitado al auto, sentada al frente y protegida por oscuros vidrios podía hacerlo en total libertad sobre aquellos que despertaban mi interés, como la chica guapa…
Leer más...