“Further”, de Flying Saucer Attack (FSA)
Para hablar de la música de Flying Saucer Attack (FSA), haría falta una pequeña teoría del ensamblaje ruidista, donde el sonido apareciese desde el comienzo, sin el revestimiento que parte del supuesto de que, todo encuentro con lo musical, ha de topar con lo melódico primeramente, como impresión primera de articulación de la experiencia de lo sonoro-musical. (Porque quizá convenga partir de un sonido-primero, en su anterioridad singular, lo que representa además una demanda de nuestro tiempo saturado).
En el caso de FSA, no podríamos apelar sencillamente a la noción de totalidad, tan socorrida para hablar de obras musicales con coherencia interna (que bien valdría, por poner dos ejemplos al azar, para comentar discos como el “Mellon Collie and the Infinite Sadness” de The Smashing Pumpkins, y sus maravillosos saltos entre el dream-pop y el metal, o incluso el magnífico y monumentalizado “The Wall” de Pink Floyd). Hace falta otro punto de partida, o incluso, un horizonte-otro de sentido para abordar la experiencia sonora de FSA, y ello porque su punto de partida, como anterioridad fundamental, es el ruidismo, o mejor, el sonido en una forma arqueológica, primera, sonido puro, no subsumible al glosario de los géneros industrializados y catapultados por el automatismo sonoro de mercado.
En nuestro presente histórico, estamos más que nunca necesitados de un trabajo de arqueología que dé cuenta de la densidad sonora acumulada en la forma de un imposible diccionario de los sonidos: uno que no sea solo breviario etnográfico, ni mero sumidero de fragmentos en el tiempo –lo que no es nunca del todo desdeñable como recurso orientador, pero que representa un tipo de esfuerzo que, sin embargo, tiende a ser cada vez más irrisorio frente al desplazamiento de la fascinación antropológica hacia zonas embebidas por las utopías transhumanas reaccionarias de esta época, hijas de la Ereignis de la renta tecnológica, donde la música no es otra cosa que un apéndice del automatismo sonoro rampante y desquiciado, y donde ella misma deja de ser horizonte y es arrancada literalmente de su lugar en la latencia de toda política constitutiva–.
Frente a este escenario –que no es otro que el de la industria cultural tempranamente descrita por Adorno y Horkheimer–, nuestro necesario y antivertiginoso punto de partida es una obra, o mejor, un ensamblaje (una tensión entre individuaciones que sólo alcanzan su sentido en la relación con otros procesos de individuación interrelacionados) que, en su despliegue, nos muestra la relatividad de todo proceso de concreción musical, necesariamente dinámico, donde cada pieza alcanza su simbólica redondez siempre en relación con las nebulosas concomitancias compositivas que le son aledañas en la organización que cada artista piensa para su conjunto. En este contexto significante, “Further” (1995) de FSA, es nuestro motivo para la invocación de una dialéctica de la nocturnidad ruidista. Se trata de uno de los hitos musicales underground noventeros más fascinantes por la densidad de cada conjunto de experimentaciones folk-ruidistas presentada por Dave Pearce. Cada pieza soporta una emergente interpelación anclada a un reclamo neo-romántico, antirealista y no-cínico, es decir, no posmoderno, en definitiva, y por ello militante. Ello no solo por el contexto lo-fi que es su marca de producción, sino por el halo difuso, no fijista y resistente a la monumentalización que atrinchera cada pieza del ensamblaje maestro de Dave Pearce.
En composiciones como “Come and Close My Eyes”, la trama de la noche aparece despojada de su privilegio de secrecía para hacerla resonar en el coro intercósmico de una armonía más allá del tiempo/espacio formal y del estremecimiento corporal reducido a mera materia finita hecha de tonos y semitonos. Aquí hay un salto más allá de la latencia fenoménica superficial. Nos encontramos sin duda ante un abordaje sonoro de la anterioridad fundacional del sonido en su forma pura, del sonido fluyente y abrasivo que juega a amasar las estridencias más radicales del silencio en cada lluvia de ruido de amalgamas mineralo-espaciales. ¿Es posible rebasar la camisa de fuerza de la música popular contemporánea, subsumida por la industria cultural en la forma de un producto desechable y delirante de la técnica y la repetición de la mismidad publicitaria? Pienso que sí, y que el magnífico “Further” de FSA –álbum representativo de las concepciones musico-ruidistas de Pearce, y obra maestra del noise-folk-rock-space-alien-blues, etc.–, sugiere un universo potencial en su odisea de melodías estridencialmente ubicuas y su recorrido a través de ambientes que retratan los ecos de la música estelar en su condición viajante y resistente a la hegemonía sonoro-industrial. Acaso concebido como alquimia sonora imposible y utópica, “Further” encuentra su lenguaje en la estridencia de la distorsión de finas melodías enterradas bajo una avalancha de ruido nebuloso que nos retornan a la inmanencia de un subterfugio campirano de psicodelia virtuosa, donde el sonido no es meramente codificación ubicable o clasificable, sino que se desnuda entre estructuraciones con las que se ensambla dinámicamente, se individua en ellas, sin aparecer cada parte como tangencial ni oportunista respecto a las otras, resultando de tal manera que estamos frente a una poética de los ensamblajes ruidistas en cada profusión musical, en cada composición y en el conjunto mismo que arrojan obras fascinantes como “For Silence”, “In the Light of Time”, “She Is the Daylight”, “Still point” o el misterioso y bellísimo space-delay de la ya mencionada “Come and Close My Eyes”. La tensión fascinante en que los sonidos se elevan por encima de la mediocridad de los aparatos –donde cada conjunto de notas es rebasado por aquello que en todas las melodías del disco se asoma como sugerencia inaprensible en los susurros de Pearce–, hace de este disco lo que es: una pieza atemporal más allá de toda pretensión de disolución posmoderna, y por tanto resistente frente al medular encarcelamiento del mundo musical en el reductivo espejo de lo humano que nos presenta la cultura capitalista contemporánea con su violento y delirante devenir en su mismidad abstracta y destructiva.
El disco completo, puede escucharse en YT:

Asiduo defensor del vitalismo sideral extraterrestre y su ontología abduciente, de la cual dice haber sido protagonista y militante, con miras a la 5a Internacional pos-posadista.