Columnas Criticalizando la cultura 

Los hombres, la presión grupal y Temporada de huracanes: la “heterosexualidad” tóxica

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Se puede decir que para este 2022 las referencias se están volviendo una característica fuerte en el arte. Es decir, una de las bases para la creación de arte son los símbolos, sobreentendidos, las referencias y las connotaciones; la obra se construye a partir de comunicar un mensaje utilizando los matices de la estética. Por ejemplo, podemos tomar el video de As it was, de Harry Styles solo para observar las referencias a diferentes obras de arte que el cantante performa para expresar su mensaje.

Bueno, un director también puede crear una narrativa a partir de las referencias y dar un mensaje, tal como lo podemos ver en el inicio del episodio 4, segunda temporada, de Euphoria. El director colocó una serie de escenas y obras de arte, las cuales cobraban vida con dos personajes de Euphoria. Al final, cada referencia tenía una razón de ser que correspondía mostrarle al espectador la tragedia y fatalidad del amor de esas dos personajes.

Sin embargo, las referencias no solo pueden ser para disfrazar un amor tóxico o para dar a entender un pesar, también se pueden usar para mostrar una realidad que es ignorada. Tomamos como ejemplo, de nuevo, a Euphoria, en donde se hace una obra de teatro que tiene el propósito de exponer a los personajes. En el episodio 7 se aprecia cómo el sistema y la sociedad han reforzado estereotipos sobre la heterosexualidad tóxica, en especial en los grupos de hombres. Es decir, en dicho episodio se muestra cómo se enaltece al hombre abusivo, pero que en los círculos internos, como un equipo de fútbol, se practica el homoerotismo como refuerzo de la heterosexualidad.

Ahora bien, ¿a qué nos referimos con la práctica del homoerotismo? Pues, a todas esas acciones y actitudes eróticas entre personas del mismo sexo. En consecuencia, dentro de grupos de hombres heterosexuales se maneja un tipo de “humor” homoerótico, el cual lo respaldan como una muestra heterosexual. Si bien, el homoerotismo como tal no debe ser visto con una connotación negativa, pretendemos hablar de las bromas y de la presión grupal que ejercen algunos hombres heterosexuales a otros heterosexuales, convirtiendo el homoerotismo como la apología que perpetúa el abuso a otros hombres heterosexuales que no entran dentro del estereotipo de “hombre/macho alfa”. También el cómo se le enseña al hombre a poder admirar y respetar únicamente a otros hombres, si un hombre decide admirar o respetar a una mujer como lo hace con un hombre se le etiqueta como ‘maricón’.

En ese sentido, la página Lector .Recolector, en su publicación La cultura heterosexual es homoerótica, mencionan que “Todo o casi todo lo que pertenece al amor, la mayoría de los hombres heterosexuales lo reservan exclusivamente para otros hombres”. Se recalca que cualquier sentimiento decente que un hombre puede tener siempre estará ligado a otro. Asimismo, la página continúa dando ejemplos de lo que se refiere la cultura homoerótico en los grupos de hombres heterosexuales:

Las personas a quienes admiran, respetan, adoran, veneran, honran, a quienes imitan, idolatran y forman profundos apegos, a quienes están dispuestos a enseñar y de quienes están dispuestos a aprender, y cuyo respeto, admiración, reconocimiento, honor, la reverencia y el amor que desean … esos son, abrumadoramente, otros hombres.

En relación con lo anterior, Lector .Recolector menciona “La cultura masculina heterosexual es homoerótica; es amante de los hombres”. Un buen ejemplo de ello nos lo brinda la escritora mexicana Fernanda Melchor, en su obra Temporada de huracanes. Cabe resaltar que en su obra podemos encontrar temas que describen concepciones muy arraigadas en la cultura latinoamericana, tales como el abuso infantil, el deseo de ser madre, la brujería, el alcoholismo, la drogadicción, homofobia y violencia contra la víctima, solo por mencionar algunos. En ese sentido, ¿cómo hace Melchor para trabajar bien esos temas? La teoría puede iniciar desde el título del libro, Temporada de huracanes, ya que nos da una buena pista de cómo irá desenvolviéndose la narración.

Si bien, la presión de grupo existe en cualquier conjunto de personas, es decir, no es una cuestión de género como tal, sino del relacionamiento entre personas. Sin embargo,  es una acción que no tiene un lado positivo, muchas de las situaciones que ocurren a partir de la presión grupal terminan mal para alguna de las partes involucradas, desde bulliyng hasta asesinatos. En este caso, Melchor lo expone a partir de mostrar las violaciones que ocurren a partir de la cultura homoerótica en grupos de hombres heterosexuales, pues, muchos de ellos confunden la mera existencia con provocación.

A pesar de que hasta el momento la autora no muestra la presión grupal, ya se observa cómo hay una cultura de violación en algunos grupos de hombres, puesto que los personajes confunden el llanto con supuesto placer: “hasta lloraba de alegría” (p. 162). Usualmente, cuando hay grupos de hombres siempre hay un adulto ‘aconsejando’ a los jóvenes, el grupo que muestra Melchor no es diferente, puesto que el que ella muestra se compone de tres hombres adultos y dos jóvenes.

Por otra parte, la presión de grupo se hace presente en la obra en diferentes momentos, pero siempre desde una postura homoerótica, siempre tentando la “hombría” y la masculinidad del miembro ‘débil’ del grupo: “pero después de un rato sus amigos comenzaron a llamarle: Brandi, oh, Brandi, solo faltas tú, Brandi” (p. 172). El miembro violentador corresponde, en su mayoría, a la caracterización de hombres que cumplen con ciertos requisitos hegemónicos, mientras que la víctima, el caso de Brandon, es un joven que no había iniciado su vida sexual y que aún obedecía a su madre, es decir, frente a un ojo ‘varonil’ era ‘débil’.

Asímismo, Melchor muestra cómo la presión de grupo entre hombres empuja a otros hombres a tener sexo aunque no lo deseen, no respetan el ‘no’ de sus ‘amigos’: “Un día le guiñó el ojo y le hizo señas, enfrente de los idiotas del parque, y a Brando no le quedó de otra más que seguirla hasta su casa” (p. 174). El personaje tuvo que mentir durante un tiempo sobre la relación con la mujer para mantenerse dentro del grupo y evitar que lo molestaran.

No obstante, más adelante Melchor establece la cultura homoerótica como una necesidad del hombre por no controlar sus ‘deseos sexuales’, ya que los adultos del grupo comienzan a reprocharle a Brando el no ampliar su postura: “Loco, no me digas que nunca te ha mamado el picho un choto, decía el Willy, […]. ¿De verdad nunca te has culeado a un choto?, preguntaban con sonrisas burlonas” (p. 176). En cierto modo, en los grupos de hombres existe una línea demasiado delgada entre ser  ‘correcto’ y muy heterosexual estar con otros hombres, y ser homosexual. Esta línea da lugar a que aquellos hombres juegan entre la homosexualidad como heterosexuales no permitan reproducir esa misma presión grupal en ellos, provocando así que la acción de violentar a otros quede solo en sus manos.

En ese sentido, Melchor también muestra ese ejercicio de poder entre unos y otros. En este caso, quienes ejercen el poder y la violencia son los hombres mayores a los menores: “él trataba de burlarse de ellos y hacerlos ver como unos putos maricones por andar de mayates, sus amigos siempre terminaban haciéndolo ver a él como un pobre pendejo inexperto” (p. 176). Existe una brecha que da lugar a que el violentador no sea violentado, por tanto, también muestra la dinámica de los grupos: un ‘líder’, los seguidores y la víctima.

La presión de grupo entre hombres heterosexuales también se vuelve un espacio inseguro para otros hombres, si bien, mucho se oye que el único lugar en el que un hombre puede sentirse inseguro es en la cárcel. Melchor también muestra cómo hay hombres que no se sienten seguros estando con otros hombres, ni siquiera cuando son ‘amigos’: y se ponía bien paranoico y se le figuraba que todos los que estaban ahí reunidos querían ponerlo bien loco para aprovecharse de él, para violarlo, si acaso llegaba a cerrar los ojos o a quedarse dormido” (p. 179).

Si bien, Melchor no hace una generalización de los hombres, ya que su narración y el contexto de la historia se centra en un pueblo y en una situación de pobreza rodeada de drogas y desempleo. Sin embargo, tanto la obra como la serie mencionada son grandes ejemplos de lo que implica la cultura homoerótica ejercida desde el poder y la violencia entre los hombres heterosexuales. Es decir, las burlas y bromas entre hombres desde el homoerotismo solo muestra un ejercicio del poder que busca la humillación del otro que es visto como ‘débil’ a manera de reforzar la heterosexualidad del violentador. Por tanto, se recalca que se habla desde la cultura homoerótica tóxica establecida en los grupos de hombres heterosexuales.

 


Bibliografía:
Lector .Recolector. (2018, 3 agosto). La cultura masculina heterosexual es homoerótica. https://lectorrecolector.wordpress.com/2018/08/03/la-cultura-masculina-heterosexual-es-homoerotica/#respond

Melchor, F. (2022). Temporada de huracanes. Penguin Random House.

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