Tarde a tarde me acompañas con tu ropaje parduzco,
inquieta cicatriz asfixiante,
presagio desterrado,
huésped náufrago que reptas sepulcralmente
y te demoras
en mis anhelos sin rostro,
que aniquilas
en salmuera.
Y presurosa
me convidas a sorbos ese sabor a cobre,
en el café que me sirves
con tus manos temblorosas,
y lo bebo
con esa mitigante
lentitud convicta.
Tejemos juntos
en vigilia,
los bordes de una silueta
nos embriagamos ajenos
uno del otro,
y te disgregas a hurtadillas
cuando me sumerjo
en esa amnesia temporal
que me corrompe,
para ir por las callejuelas maltrechas,
donde descuartizas
costuras pesarosas
de un ayer.
Y vuelves recurrente
al muelle..
cómplice nicotina,
timonel de mis mareas,
en silencios vibrantes
me abrazas con la duda,
en la niebla somnolienta
me llevas al umbral
y narcotizas
con tus labios insípidos
mi cuerpo, e incapaz
expiro con las horas
en el ocioso sudor
de tus pisadas.