¡Teresa!
Cuento seleccionado en la convocatoria «Todos somos Teresa»
En un muro al lado de la calle que pasa por debajo del metro de Medellín, en pleno centro de la ciudad, un artista callejero pasó varias horas dejando su talento allí; sombras y colores le dieron vida a una silueta hermosa: una negra de ojos verdes, pelo afro y curvas que la hacían lucir poderosa.
Cautivó a más de uno que sonriendo la admiraba, leyendo el nombre allí escrito “Teresa”, susurraban y continuaban su camino. Muy pocos la ignoraban, porque el grafiti era llamativo, el talento desbordaba. Teresa se quedó mirando cómo la vida continuaba y en un lugar tan concurrido cómo ella el paso adornaba.
El tiempo siguió su curso y cada vez menos la miraban, la intemperie hizo su trabajo, poco a poco se borraba; los ojos verdes en el muro ahora casi ni se notaban, la silueta se desapareció y ahora todos la ignoraban.
Solo un hombre se quedaba viendo al pasar cada madrugada, daba un suspiro fuerte y luego sonriendo se marchaba; aquel hombre con Teresa se deleitaba, hasta en sus sueños más profundos, a veces con ella hablaba.
Un día un personaje ebrio con sus fluidos corporales la mojaba, la pobre Teresa lo veía pero ante aquello no pudo hacer nada. Se resignó y se dio por vencida, “mi tiempo ha pasado” así pensaba; hasta que aquel artista una buena noche, se desveló hasta la madrugada, repasando la pintura nuevamente a ella vida le daba.
Ahora la gente se detiene y por un buen rato la admira; mientras se alejan Teresa nota que todos sonríen en su ida; No solo los colores y los trazos evitaron su partida, Ahora la firma a su lado dice: ¡Teresa sigue viva!